Felicidades mujer
- Posted by Patricia Ferrando
- On 8 marzo, 2017
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- Felicidad, Libertad, Tomar decisiones
Soy la pequeña de 4 hermanos y con bastante diferencia de edad con los mayores. Tuve la inmensa suerte de que mi padre, nacido en 1907, tuvo clarísimo que la educación de sus hijos tenía que ser igual para todos y no nos dejó alternativa a no ir a la universidad y no aprender varios idiomas. Mi hermana mayor abrió el camino, empezó a trabajar al acabar la carrera y siguió con su profesión al casarse, con el apoyo y entusiasmo de nuestros padres. Los demás seguimos igual, con unos padres que nos apoyaban a seguir desarrollándonos y alcanzar metas altas. La única vez que me dijo no, fue cuando le comenté, siendo niña, que quería ser juez y en ese momento la legislación expresamente lo prohibía; mi vocación no debía ser tan fuerte porque sin problemas re-enfoqué mis inquietudes.
Gracias a él hice un MBA, en una época en que la presencia femenina era muy minoritaria (1980) y siempre he desarrollado mi actividad profesional.
Después me casé con mi marido y tenemos 5 hijas maravillosas. Cada vez, a partir de la tercera, nos preguntaban «¿A por el niño?» y la respuesta era “no, a por otro hijo, lo que venga y si es niña mejor”
Ahora las miro y veo unas mujeres felices, que contribuyen a que su entorno sea mejor. Hay dos ingenieras con MBA, una juez (ehhh!!), una dentista y una casi médico. Además tengo 5 nietos, así que hay una alta contribución en todos los aspectos.
Con todo esto quiero dar un homenaje a mis padres, que proviniendo de un entorno muy conservador, tuvieron la visión de lo importante que es la educación para el progreso y el desarrollo.
Quiero pedir todos los padres a que nunca desanimen a sus hijos a perseguir sus metas por difíciles que sean. He visto y oido a muchos padres desaconsejar determinado tipo de bachillerato porque es más difícil que otro. NO. A todos nuestros hijos, chicos y chicas, ánimo y adelante. Las metas altas cuestan trabajo, pero son mucho más satisfactorias.
Hombres y mujeres no somos iguales, todas las personas somos distintas, pero iguales en valor y dignidad y merecedoras de las mismas oportunidades. ¿Qué podemos hacer cada uno de nosotros para que esta sociedad valore igual a las mujeres? ¿Cómo podemos contribuir al desarrollo de las mujeres? Bien está reclamar a los organismos, pero también animar a las mujeres y niñas de nuestro entorno a romper el techo de cristal, a estar orgullosas de si mismas, a saberse valorar en su totalidad.
Hace poco leí una frase en la que una hija le preguntaba a su madres «¿De qué parte de tu cuerpo estás más orgullosa?» y la madre respondía, «del cerebro».
Si me preguntan a mi, diré, del cerebro y del corazón. ¡Feliz día de la mujer para todos!
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